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© Copyright Rafael Serrano esguerra
Foto del escritorRafael Serrano Esguerra

Travesía fotográfica por el Casanare colombiano


Hace un mes estuve explorando los llanos Colombianos, en el departamento del Casanare, donde estaremos realizando un safari fotográfico en los próximos meses, tan pronto la época de lluvias finalice.

Normalmente, tiendo a viajar por transporte terrestre, con el fin de economizar algunos costos, sin embargo en ésta ocasión tome un vuelo a Yopal desde Bogotá, aprovechando las millas que tenía acumuladas, lo cual me ahorro alrededor de 10 horas de viaje por carretera. Tomé el avión temprano, llegando a la capital del Casanare sobre las 7 de la mañana y vaya sorpresa la que me lleve al aterrizar, llovía a cántaros, lo cual en un principio me preocupo. Sabía de antemano que mayo era una época de lluvias, pero moderada y, que estábamos al borde de la entrada fuerte del invierno, por lo tanto llegué a temer que éste se hubiera adelantado.

¿Qué hacer?, continuar con el viaje, me dije. Tomé un taxi rumbo al terminal en pleno aguacero y al llegar, en cuestión de minutos ya iba rumbo a Paz de Ariporo. Era el único pasajero, lo cual me pareció curioso, por lo tanto le pregunté al conductor la razón, respondiéndome éste: con éste clima nadie viaja. Mi preocupación aumentó, voy a perder el viaje (pensé), sin embargo al mal tiempo buena cara, empecé a repasar que tipo de fotografías, podría hacer con ese clima. En el camino recogimos unos tres o cuatro pasajeros más y para satisfacción mía, empiezo a ver ya una gran cantidad de aves sobre la carretera, lo cual me animó, la fotografía de éstas era una de mis principales motivaciones para llegar a la reserva donde iba.

Después de un par de horas, llegamos a Paz de Ariporo, ya había dejado de llover y empiezo a sentir el calor, típico de esta zona. Como sabía que tenía que tomar un bus a las 6:30 de la mañana del día siguiente, me pongo en la búsqueda de un hotel, cansado y un poco preocupado, decido tomar el primer hotel que encuentro a una cuadra del terminal de transportes, así no tendría que caminar mucho el día siguiente. Un hotel sencillo sin comodidades, pero limpio, no necesitaba más. Descansé, saliendo del hotel solo para buscar un lugar donde almorzar y más tarde otro donde comer.

Al día siguiente me despierto muy a las 5:30 de la mañana, me arreglo y salgo rumbo al terminal, confirmo en el lugar, que mi bus hacia Montañas de Totumo sale a la hora programada, por lo tanto, mientras espero me tomo un par de cafés, acompañados de una pera y dos panes que había comprado el día anterior. Con un cielo despejado y un sol que pronosticaba un buen clima, las 6:35 de la mañana estamos saliendo, me sorprende realmente la puntualidad, vamos más o menos con la mitad del cupo en el bus, pero no es si no salir del casco urbano, cuando empieza a encontrar más pasajeros, algunos se bajan en el camino y otros van conmigo hasta nuestro destino. Durante el trayecto tengo la oportunidad de empezar a ver la fauna del lugar, predominan las garzas blancas y de colores, veo un par de Martín pescadores y el increíble garzón soldado.

Llegamos a las 10 de la mañana a Montañas el Totumo, allí me encuentro con Yobani, quien va a ser mi guía los días que esté en el lugar, él es del departamento del Cesar pero lleva viviendo 7 años en la zona, prestó su servicio militar en Casanare cuidando oleoductos y se quedó en el lugar. Me dice Yobani que la carretera se encuentra en mal estado, la lluvia del día anterior y el paso de las tractomulas que sacan la cosecha de las fincas arroceras tienen la trocha con muchas zanjas, lo meditamos un poco y decidimos emprender nuestro viaje, hagámosle don Rafa, nos vamos despacito. Así que nos montamos en la moto, él adelante y yo atrás con mis dos maletas, mi morral con el equipo fotográfico a la espalda y una tula de 40 litros en las piernas con mi ropa, trípode, hamaca y lo necesario.

La vía en un principio no se veía tan mal, pero luego de 20 minutos de estar andando, empieza a aparecer el barro, así que alisto pie, en los puntos que patinamos, por si acaso nos quedamos atascados, sin embargo, Yobani resulta ser todo un experto. Pero, de repente, se nos apaga la moto, un problema de batería y esta no vuelve a prender, así que Yobani deja su moto en una finca por el camino y a caminar, lo que hubiera sido 20 minutos más en moto, se convierte en 1 hora larga de caminata. Decido sacar mi cámara, empezando nuestro día de fotos mientras nos dirigimos a Juan Solito nuestro lugar de destino dentro del Hato la Aurora. En el trayecto empiezo a ver los primeros gavilanes, patos, tijeretas y otras aves con las cuales me entretengo algún rato, demorándonos un poco más de lo previsto.

Llegamos finalmente a Juan Solito sobre la 1 pm pasadas, donde nos estaba esperando Nelson Barragan, una persona muy amable y cálida, con la cual nos hicimos amigos durante los días que estuve en el lugar, él es dueño de Juan Solito y gestor de la idea del ecoturismo dentro del Hato la Aurora, el cual pertenece a su familia. Después de un buen almuerzo y cuadrar con Nelson el itinerario de la semana que iba permanecer allí, aproveché para acomodarme en la habitación que me dieron, alistar el equipo y descansar un rato. Por la tarde salimos a dar una vuelta por uno de los senderos cercanos a la casa, donde tuve la oportunidad de ver mi primera familia de chigüiros, unos caracará, un par de ibis, algunos nidos de mochileros y una babilla de un metro y medio entre otras aves y animales. Debo decir, que los resultados de ese día fueron bastante gratos y me animaron.

Al día siguiente, muy a las 6 de la mañana ya estábamos desayunando, ese día íbamos a realizar una travesía de 10 kilómetros a pie, desde Juan Solito a la Casa principal del Hato La Aurora, donde pasaría la noche y regresar al día siguiente. Atravesamos el río Ariporo, el cual tenía un caudal más o menos fuerte por las lluvias de los días anteriores, sin embargo, el día que íbamos a tener fue bastante soleado. Al llegar al otro lado emprendimos nuestro recorrido pasando por uno de los seis fundos que componen el Hato la Aurora hacia nuestro destino, viendo por el camino una gran cantidad de aves, entre éstas, dos águilas de diferentes especies, algunas familias de búhos, y un par de venados silvestres, algunas manadas de chigüiros y varias babillas que habitan en un lago que se encuentra a mitad del trayecto.

Estuvimos llegando a la hacienda, sobre las 2 de la tarde, donde nos recibió la madre de Nelson con un almuerzo bastante generoso. Sobre las 3 de la tarde salimos con Yobani a dar una vuelta por un caño que pasa por detrás de la casa y tuvimos la oportunidad de ver algunos tucanes, más chigüiros, un par de colibríes y una que otra garza. Ya sobre las 5 de la tarde nos encaminamos hacia el lago frente a la casa para contemplar el atardecer, el cual, es sin duda todo un espectáculo de colores, acompañado de los sonidos de las aves que van llegando.

Al otro día, muy a las 4:50 de la mañana me despertaron los truenos, acompañados de un lluvia que no tardo más de 10 minutos en llegar, la cual, cesó tan rápido como comenzó justo media hora después, momento que aproveche para salir con mi morral, mi trípode y la cámara para esperar el amanecer junto a la laguna. Aunque no hubo muchos colores, por el clima, fue bastante bonito ver la salida del sol y el despertar de los animales en el lugar. Ya las 7 de la mañana estábamos desayunando, y entreteniéndonos con las aves que llegan a la casa a raíz de los diversos comederos que pone la mama de Nelson. Salimos a dar una vuelta por los alrededores para ver si lográbamos encontrar alguna anaconda, pero debido a la lluvia, los caños tenían mucha agua y ubicarlas era bastante difícil. Sobre las 10 de la mañana emprendimos nuestro regreso de 10 kilómetros hacia Juan Solito, alternando nuestro camino con diferentes senderos, para poder observar la fauna del lugar, llegando a nuestro destino sobre las 3 de la tarde, debo decir bastante cansados y yo con un par de ampollas en los pies.

Al día siguiente, llovió toda la mañana, así que descase y aproveché para limpiar el equipo y tomar algunas fotos en los alrededores de la casa. Por la tarde hicimos un recorrido de unas tres horas por el borde del río Ariporo justo al otro lado de la casa, donde tuve la oportunidad de fotografiar una tortuga bastante mayor, algunas aves y una manada de monos aulladores que se encontraban en el dosel de los árboles.

El próximo día, emprendimos un recorrido al otro lado del río Ariporo hacia la laguna donde dos días antes, habíamos visto las águilas y las babillas por un sendero diferente, en búsqueda los osos que habitan en la zona. Fue un día de clima intermitente, lloviznaba y salía el sol, pero a nivel fotográfico, fue un buen día, vimos águilas, venados, varias garzas y tuve la oportunidad de fotografiar de cerca un par de manadas de chigüiros que retozaban en el agua y de regreso nos encontramos de frente con un oso palmero, sin embargo, este se ocultó tan rápido que fue imposible hacer alguna foto.

Finalmente, luego de 5 días en el lugar llegó mi día de partida, la noche anterior llovió un poco, así que Nelson me prestó la camioneta para que me llevaran a Montañas del Totumo, donde estuvimos llegando justo sobre las 10 de la mañana, tiempo exacto para tomar el bus que salía hacia Paz de Ariporo. Llegué allí sobre la 1:30 de la tarde, donde tomé el trasporte hacia Yopal, lugar en cual pase la noche, regresando a Bogotá el día siguiente sobre las 7 de la mañana, concluyendo así mi travesía por el departamento de Casanare.

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