“Todo viaje o travesía fotográfica, comienza en su etapa de preparación y planeación”, es la frase que utilizo de apertura en mis talleres de fotografía, ya sean de naturaleza o viajes. Sin embargo, en ésta ocasión, durante nuestra travesía por el departamento del Huila, ubicado al sur occidente de Colombia, decidimos improvisar.
Contábamos con seis días, justo la primera semana de enero, dos de los cuales se encontraban destinados a los trayectos de carretera, el primero de ida desde la ciudad de Bogotá y el último de regreso a ésta. Dejándonos así, cinco días para nuestro viaje, por lo cual decidimos concentrarnos en dos destinos emblemáticos de ésta región: el Desierto de la Tatacoa y la zona arqueológica de San Agustín y sus alrededores, a los cuales les destinamos uno y dos días respectivamente teniendo en cuenta el día de desplazamiento de un sitio al otro.
Con nuestros destinos definidos y un par de recomendaciones en cuanto a hospedaje, emprendimos nuestra aventura rumbo al sur del país. Es así, como luego de 300 kilómetros y 8 horas de viaje, llegamos finalmente entrada la noche a nuestro hostal en el desierto, el cual confirmamos durante el trayecto con un par de llamadas y mensajes desde el celular. Un lugar modesto, con las comodidades básicas, alejado de la horda de turistas que visitan el desierto en la época de vacaciones, en medio de la zona gris del desierto, a unos 7 kilómetros de Villavieja y 4 kilómetros del observatorio astronómico que se encuentra en medio del desierto.
El Desierto de la Tatacoa, es un destino que nos ofrece diferentes atractivos paisajísticos, conocido principalmente en el ámbito de la fotografía, por la fotografía nocturna, de estrellas y vía láctea, algo que en ésta ocasión no pude registrar, debido a una corriente de vientos que trajo consigo bastantes cúmulos de nubes las dos noches que estuvimos en el lugar. Sin embargo, el clima que hizo durante el día fue bastante favorable, permitiéndonos recorrer las diferentes zonas del desierto.
La Tatacoa es segunda zona árida más extensa de Colombia después de la península de La Guajira, con una superficie de un poco mayor a los 300 km². Iniciamos nuestro recorrido del lugar entrada la mañana, para aprovechar las horas de sombras y luz no directa, así poder resaltar los contrastes y texturas del lugar, con un primer recorrido de la llamada zona roja en donde se encuentra un sitio denominado Cuzco. Al mediodía, cuando la luz ya no era favorable y el calor era intenso, nos desplazamos hacia Villavieja, para buscar un lugar donde almorzar y poder visitar el museo Paleontógico y la Capilla de Santa Barbara.
Por la tarde, nos dedicamos a conocer la llamada zona gris y visitar los Hoyos, piscinas naturales que se encuentran en éste sector y finalmente por la noche, decidimos visitar el observatorio astronómico, lugar en el cual se dan charlas todas las noches sobre las estrellas y el firmamento.
Recorridos los atractivos que habíamos identificado para conocer en el desierto, emprendimos nuestro camino hacia San Agustín al día siguiente, sobre las 11 de la mañana, realizando una para en Neiva para almorzar y otra en el camino sobre el embalse de Betania, para observar el paisaje marcado por la cordillera, llegando finalmente a nuestro destino entrada la noche.
Con dos días en San Agustín, destinamos el primero a conocer el Parque Arqueológico de San Agustín declarado patrimonio de la humanidad y la Unesco, desde muy temprano, ya que es un lugar, al cual vale la pena dedicar al menos 1 día por su importancia histórica, siendo uno de los más reconocidos espacios arqueológicos de Colombia y la necrópolis americana de mayor extensión, el cual cuenta con 130 estatuas aproximadamente, algunas in situ, otras traídas de otros sitios de la región, con fines de cuidado y preservación.
Ese día por la tarde, decidimos realizar una caminata hacia La Shaquira, ubicada a 4.5 kilómetros al norte del casco urbano de San Agustín, sobre la cuchilla que separa la quebrada el Tablón, del cañón del río Magdalena, en donde se encuentran figuras precolombianas talladas en roca volcánica que guardan una estrecha relación entre la cosmovisión de los habitantes y la naturaleza.
En un nuestro último día, lo dedicamos a conocer el resto de los complejos arqueológicos y atractivos de la zona ubicados entre los municipios de Obando e Isnos, entre los cuales se encontraban el estrecho del río Magdalena, el Alto de los Ídolos, lugar arqueológico que me pareció una maravilla y la Salto de Bordones entre otros.
Finalmente, en nuestro día sexto, emprendimos el regreso a Bogotá sobre las 8 de la mañana llegando a ésta, 12 horas después, habiendo realizado algunas paradas en el camino para comer, descansar y visitar algunos lugares.